sábado, 6 de septiembre de 2014

Cuidadoras de la Antigüedad. Las Diaconisas

Esp. Mónica M. Soto Verchér
Carrera Licenciatura en Enfermería
Facultad de Ciencias de la Salud
Universidad Nacional de San Luis
Argentina
Historia de la Enfermería en el cristianismo
La historia de la enfermería es la historia de la humanidad. Las acciones de cuidado han estado presentes a lo largo de la historia y son inherentes a la vida.
El cristianismo expresa su amor a Dios a través del cuidado y el amor a los pobres y enfermos.
La enfermería recibe una gran influencia del cristianismo; valores como la solidaridad, el respeto a la vida y el amor son reafirmados por la doctrina de Cristo[i]. A esta etapa de la evolución de la Enfermería es la que Colliere[ii] define como Vocacional dado que era ejercida por mujeres consagradas a la religión en sus orígenes.
A medida que las comunidades cristianas crecieron, surge la necesidad de organizar los servicios de caridad, a cargo de los diáconos y diaconisas, quienes se encargaban de visitar a los pobres, para distribuir limosnas y cuidar de los enfermos. Los diáconos visitaban las prisiones para intentar la liberación de los presos y socorrían a las familias cuando estos morían. Otra forma de ayuda era el hospedaje a viajeros y peregrinos; la caridad cristiana se extiende progresivamente a los paganos.
Cuidadoras de la Antigüedad. Las Diaconisas
Diaconisa viene del griego diakonos, que significa servicio. Estas cuidadoras se encuentran en el periodo de transición de la edad antigua a la media, profundas revoluciones ocurren en el mundo y nada es blanco o negro. La incertidumbre es el patrón de medida de la vida humana.
El nombre de diaconisas era dado a ciertas mujeres devotas consagradas al servicio de la Iglesia y que brindaban los servicios que no podían prestarles los diáconos por pudor, decencia. En tiempo de las persecuciones cristianas, cuando no se podía enviar un diácono a las mujeres para exhortarlas y fortificarlas, se les enviaba una diaconisa.
 La incorporación de la mujer de buena cuna y sin marido a las prácticas de cuidado-curación estuvo relacionada con la posición social de la mujer romana y la doctrina cristiana de amor y ayuda al prójimo. El cristianismo amplió el campo de trabajo de la mujer en las tareas domésticas del hogar y de enseñanza cristiana, y permitió el acceso de mujeres a asumir con liderazgo las tareas caritativas. Tenían múltiples funciones como colaborar en el sacramento del bautismo, cuidar y visitar a los enfermos, llevarles comida, dinero, vestido, atención física y espiritual, entre otras.
Pablo habla de ellas en su carta a los romanos: 
debe tener no menos de sesenta años, haber sido esposa de un solo marido, gozar de una buena reputación por sus obras, si ha criado hijos, si ha practicado la hospitalidad, si ha lavado los pies de los santos, si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”.
Febe (siglo I dC.)[iii] sólo aparece mencionada una vez, en la Carta de San Pablo a los Romanos:
"Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo" (Romanos 16:1,2).
Plinio el joven, (siglo I a.C.) en una de sus cartas a Trajano hace saber a este príncipe que había hecho dar tormento a las diaconisas a quienes llama ministrae.
Al principio se las ordenaba por imposición de manos (Keyrotoneyn) a viudas mayores de 40 años o a vírgenes que no se casaran. Se la presentaban primero al obispo delante del santuario con un pequeño manto (velo) que la cubre el cuello y los hombros, que se llama maforium al estilo de las vestales romanas.
En los primeros siglos del cristianismo, es muy importante la labor de las mujeres cristianas como sanadoras y cuidadoras (siglo IV):
Olimpia la joven[iv], perteneciente a la nobleza griega de Antioquía, luego de quedar viuda en Constantinopla, se consagra al servicio de la iglesia sirviendo como una diaconisa. Creó un hospital, un orfanato y dio asilo a monjes exiliados de Nitria.

Fabiola[v]  una de las quince matronas romanas seguidoras de San Jerónimo que cuidaba de los pobres creó el primer hospital público para tratar a aquellos que eran abandonados por sufrir enfermedades que provocaban fuerte rechazo social. También el fundado por San Basilio de Capadocia y su hermana Macrina[vi], quienes habían estudiado en Atenas.
San Crisóstomo de Antioquía, arzobispo de Constantinopla a finales del siglo IV y principios del V, menciona varias diaconisas, entre ellas Olimpia, viuda y diaconisa a los veinte años, quien fue cabeza de una comunidad de mujeres dedicadas al cuidado y curación de los enfermos. La madre de San Crisóstomo, Aretusa, colaboró con él en el control de trescientos cuarenta y siete hospitales conectados con iglesias en Constantinopla. Teodoro Prisciano alaba, entre otras, el trabajo de tres mujeres del siglo IV a quien conoció personalmente: Leoparda, Salvina y Victoria.
Asimismo en el siglo IV encontramos a Santa Mónica de Hipona, la madre de San Agustín, quien atendía a los pobres y enfermos utilizando sus propios medicamentos cuando era preciso, cuidando a las parturientas y dando alivio a los moribundos. Juntos estudiaron y discutieron la viabilidad del feto, decidiendo que un bebé era viable desde el segundo mes de vida intrauterina, y un ser legal desde el cuarto mes, cuando se diferenciaba el sexo. Esta decisión resolvió la controversia dentro de la Iglesia durante siglos.
En el siglo V, encontramos a San Benito de Nurcia y su hermana Escolástica quienes recorrieron Italia atendiendo a los enfermos y enseñando a otros a hacerlo durante una cruda epidemia. Mientras San Benito iniciaba su orden, Escolástica fundaba hospitales y preparaba enfermeras enseñándolas a bañar y cuidar a los enfermos, administrarles el alimento, atender a los moribundos, etc.
La ordenación de diaconisas en el medioevo
Respecto a la ordenación igual o diferente de los varones existe mucha documentación conciliar contradictoria. En esos momentos existe tensión entre las iglesias cristianas, incluyendo católica que se resiste y sectores reformistas que proponen ministerio femenino argumentando igualdad de género y de derechos. Por ello, las evidencias de las manifestaciones del cuidado femenino en los albores del medio evo, parecen haberse modificado, o al menos complejizado al momento de señalar patrones de comportamiento en un momento de cambios de paradigmas culturales.
No se sabe a punto fijo cuando cesaron las diaconisas porque no cesaron al mismo tiempo en todas partes. En los primeros tiempos el ministerio de las mujeres era necesario para instruir con más facilidad a las demás mujeres y desengañarlas de los errores del paganismo. Servían también para administrar el bautismo con más decencia pero que esto no era ya necesario cuando no se bautizaban sino niños. Es preciso también añadir que ya no se bautizaba por inmersión en la Iglesia latina.
Su rol fue adoptado por abadesas y monjas en el medioevo. Quintero Laverde sostiene al respecto:
“El creciente auge y posterior desarrollo de la vida en los monasterios, hizo que las diaconisas fueran desapareciendo. Sin embargo, hay un resurgimiento de ellas en otros periodos relacionados con los movimientos religiosos, como es el caso de la Iglesia luterana y otras iglesias protestantes” (del siglo XVII).
Conclusión
La enfermería ha recibido gran influencia del cristianismo. Valores como solidaridad, respeto a la vida y amor al prójimo son deseables para quien ejerce la enfermería. Sin embargo, aspectos como la abnegación, la pasividad, la sumisión y la estricta disciplina, a la vez que la obediencia absoluta a otros quienes decidían y ordenaban las acciones de cuidado que se exacerbó en el medioevo y edad moderna, obstaculizaron el progreso de la profesión. El criterio individual de la enfermera y la autonomía para la toma de decisiones con relación al cuidado de los pacientes, estuvieron olvidados por mucho tiempo.








[i] Quintero Laverde M. C. (2009) Enfermería en el mundo cristiano. Revista Aquichán. Univesrsidad de la Sabana, Colombia. http://aquichan.unisabana.edu.co/index.php/aquichan/article/view/13/24
[ii] Colliere M.F. (1993) Promover la vida. De la práctica de las mujeres cuidadoras a la práctica de la Enfermería. Interamericana-McGarwHill.
[iii] Rabre Jordá R.  (2011) Santas poco conocidas. Articulo. http://preguntasantoral.blogia.com/2011/011301-santa-febe-la-diaconisa..php
[iv] Saints sqpn.com. (2013) Santa Olimpia de Constantinopla. http://saints.sqpn.com/saint-olympias-of-constantinople/
[v] Iglesias Aparicio P. (2003) Mujer y Salud. Cap. VI. Las mujeres en la historia del cuidado de la salud.  . Tesis doctoral. Universidad de Málaga. http://www.biblioteca.uma.es/bbldoc/tesisuma/16272791.pdf

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