Ensayo 5
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Introducción
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Esp. Mónica M. Soto Verchér*
No pretendamos que
las cosas cambien
si hacemos siempre lo mismo.
Einstein.
* Profesora
efectiva exclusiva de Licenciatura en Enfermería. Universidad Nacional de San
Luis. Argentina.
Introducción
La Enfermería es una
profesión y una ciencia que estudia el diagnóstico y tratamiento de las
respuestas humanas a una situación de salud (ANA, 2014) Pero ante la cuestión
acerca del sujeto que la ejerce: ¿se es
enfermera o se es persona que ejerce la enfermería? Si se toma a la enfermera
como sujeto de estudio es frecuente escuchar la frase “-Soy enfermera/o”. Entonces
cabe repreguntar: ¿solo se es
enfermera/o? ¿Los sujetos que ejercen la enfermería no son pacientes/sujetos de
estudio de sí mismos? ¿Acaso la enfermera debe conocer/educar/ cuidar a otros, no
a sí misma?
Este ensayo pretende
dar fundamentos que ayuden a pensar en la posibilidad de que las/los enfermeras/os
comiencen a conocerse a sí mismos también, como sujetos a cuidar y desde la
formación. Para ello se reflexionará acerca del profesional enfermero como sujeto
de estudio, al binomio cuidado-persona del profesional y a su conocimiento
personal como dispositivo necesario para aprender y aplicar autocuidado a sí
mismo.
Desarrollo
El profesional
enfermero como sujeto de estudio
Es poco frecuente encontrar trabajos publicados en
los que enfermera/o son sujetos que demandan cuidado. Siempre se los presenta
como una persona con formación para brindar cuidado a otros. Pero si se buscan
las Condiciones y Medio Ambiente del Trabajo (CyMAT) [i] se
encuentran situaciones que ponen en riesgo la salud profesional. Horrac (2009, Pp.
21, 59) señala que los escasos trabajos publicados muestran que diferentes factores sociopolíticos pueden
influir negativamente en la salud de enfermeras/os de Argentina:
·
Déficit cuantitativo: 2,2 enfermeras/os por mil
habitantes en la República Argentina, contra 8,1 en la Unión Europea.
·
Déficit cualitativo:
o
distribución
según nivel de formación que marca escasa profesionalización del sector (63% de
auxiliares, 30% de enfermeras profesionales y solo 7% de licenciadas);
o
relación
proporcional inadecuada médico-enfermero: en Argentina hay menos de 1 enfermera
por médico, cuando la recomendación internacional es de 3;
o
deterioro
de condiciones de trabajo del sector a lo largo de las últimas décadas.
o
mayoría de mujeres integran el colectivo.
Para poder sostener la posición alcanzada recurren a numerosas estrategias
defensivas para sobre-adaptarse anteponiendo el cumplimiento de las tareas al
cuidado de su propia salud. Las trabajadoras quedan atrapadas entre la
invisibilización de derechos y la naturalización de los riesgos que prolongan
los roles y estereotipos culturales asociados al género femenino.
·
Déficit
académico: Parra Garrido (2002) repasa la producción
académica de los últimos años referida a la salud laboral de las mujeres y
devela un divorcio entre la investigación orientada hacia la acción y el mundo
académico (en Horrac, B.,2009, P.6)
·
Déficit
de Autocuidado: enfermeras/os con problemas físicos,
psíquicos y emocionales que sufren día a día y que la legislación en materia de
salud laboral de nuestro país no contempla por ser multicausales y
psicosociales en tanto estos problemas de salud son el resultado de la
asociación de múltiples factores que trascienden la sobre-exigencia del puesto
del trabajo y se vinculan con factores en el área social y familiar. Esta
problemática aparece invisibilizada por las propias enfermeras, se refuerza por
la falta de políticas, ausencia de participación, falta de reclamo de derechos
en salud- seguridad al empleador y escaso desarrollo de acciones preventivas,
así como mínima confianza en su
capacidad para la prevención. (Horrac, B.,2009, P.59). El desconocimiento de
autoevaluaciones psicosociales como por ejemplo el método Ista 21vc (Kristensen, 2000) para la autoevaluación de riesgos
laborales de origen psicosocial o de regímenes legales como la ley 24 554 y
decretos 558/96 y 49/14 hace que los enfermeros no perciban a tiempo el déficit
de autocuidado laboral, tampoco forman parte de los planes de estudio.
El
binomio cuidado-persona profesional
La definición de Enfermería como una disciplina profesional es polisémica ya que implica cuatro conceptos centrales: Contexto, Cuidado, Persona, Salud (Kerouac y otros, 1996) y que, según el paradigma al que se adhiera, dan múltiples definiciones del término. En el caso de Cuidado autores citados en Kerouac (1996) y Villalobos (2002) aluden a varios conceptos que se dan por incluidos en el término cuidado o en el de persona, pero el binomio Cuidado-Persona alude a una relación intersubjetiva entre dos sujetos: el sujeto que ofrece cuidado (¿diferenciado?) de aquel que demanda cuidados. (Levine, 1973; Villalobos 2002). Si Levine define la enfermería como una “interacción humana”, la intercomunicación (Fig.1) que se realiza en ella implica la existencia de una intracomunicación en cada individuo que interactúa. Por ello es importante que la enfermera sepa dialogar consigo misma.
El cuidado en fin
tiene similares características que la comunicación y la educación (Potter,
2002, Vol.1, Caps. 22y 23) en cuanto a estructura y dinámica. A veces el emisor-cuidador-educador
y el receptor-paciente- educando son la misma persona. En ese caso cuidador-paciente son uno que dialoga consigo, que aprende y cuida de sí.
El conocimiento
personal para el autocuidado
Se publica mucho
acerca del cuidado a otros pero escasamente se estudia a las enfermeras en su
naturaleza humana, ni como personas con déficit de autocuidado. Y esto
lamentablemente incluye a la formación académica que generalmente excluye la
capacitación en el conocimiento personal de sus docentes, estudiantes y egresados.
La ANA (American Nurses’ Association)
propone que la formación académica y la matriculación profesional son la forma
de convertirse en enfermera/o como si fuese el final de un proceso y no el
inicio de la fase de principiante avanzado. Conjuntamente, la gran mayoría de
los currículos reafirma la concepción de que el cuidado enfermero se hace
a-para o con otros y tiene poca relevancia en el propio cuidado ni a darse
autocuidado a sí mismo.
Es alentador que
recientemente se esté considerando necesario incorporar en la formación
temprana de las enfermeras las CyMAT (Condiciones y Medio Ambiente de trabajo),
enfermedades profesionales y la intracomunicación que hoy no están aún
incluidas en todos los currículos universitarios de Enfermería (Rojas y
Heredia, 1999) aunque lo ha recomendado para la formación superior la Comisión Iterministerial de Enfermería[ii] (2007).
En relación con lo
anterior se puede decir que un punto de partida para enseñar a enfermeras/os a
cuidar de sí y a asumir que también son personas con déficit de autocuidado que
necesitan tener conciencia de sí y autocuidarse es fortalecer el patrón de
conocimiento personal junto con el conocimiento práctico propuesto por Benner
(1984).
El patrón de
conocimiento personal al que aluden autores como Bárbara Carper (1978)[iii] ,
Peggy Chinn (1987 y 1999) y Durán de Villalobos (2002) entre otros, es
uno de los menos enseñado en Argentina y es una pena ya que conociendo este patrón
se puede pensar a sí mismo no solo como cuidador sino como sujeto demandante de
cuidado. Saber más acerca del patrón émico permitiría mejor autocuidado en
enfermeras/os y mejoraría la integración
de los demás patrones de conocimiento para dar calidad al cuidado brindado a
otros. Al mismo tiempo se generaría experticia al reflexionar la práctica
cotidiana y transformarla en conocimiento.
Olga
Janneth Gómez Ramírez y otros (2008), han estudiado las características de los
comportamientos de cuidado identificados por estudiantes y perciben menor
frecuencia de los patrones personal y estético, por lo que recomiendan la
importancia de formar a los estudiantes en las dimensiones humanísticas del
cuidado.
Para
Durán de Villalobos (1998) la aplicación del conocimiento personal se traduce
en voluntad de aceptar la ambigüedad, la vaguedad y las discrepancias entre uno
mismo y los demás según la propia personalidad. Estas aptitudes preparan a la
enfermera para afrontar situaciones complejas que requieren, además del
conocimiento científico, el conocimiento intuitivo que solo puede dar el patrón
de conocimiento personal que ha sido desarrollado mediante experimentación y
ubicación de lo real y lo fantástico (Cuadro 1).
Una de las autoras
latinoamericanas que más ha escrito acerca de los patrones de conocimiento es María
Durán de Villalobos quien plantea dos preguntas relacionadas con este patrón de
conocimiento son:
“¿Cómo me conozco a
mí mismo? ¿Qué sentido tiene conocerse a sí mismo?”
Estas cuestiones que
rodean a ese patrón son las que deben
relacionarse con cuestiones de los otros tres (empírico o científico, ético, estético)
y los que han surgido después (Lo inexplicable, lo irreconocible, sociopolítico,
práctico).
Los procesos de
conocerse a sí mismo y los productos
obtenidos de cada patrón son diferentes e interrelacionados (Cuadro 1).
El
conocimiento personal (Villalobos, 2005) es el menos desarrollado de los
cuatro, es básico para desarrollar los patrones ético y estético en la práctica
profesional. Es a partir de éste que se logra el verdadero arte de enfermería. Según
Bárbara Carper (En Chinn y Kramer, 1999):
“el conocimiento personal es tal
vez el patrón más importante si enfermería se entiende como un proceso
interpersonal entre el paciente y la enfermera, no cabe duda de la necesidad de
que la enfermera se conciba como un ser terapéutico y, por lo tanto, debe
conocerse interiormente. El uso terapéutico de sí mismo implica una relación en
la cual se requiere conocerse y conocer al paciente porque el ser se crea en
relación con otros”.
Es
un proceso dinámico de llegar a convertirse en un ser total. Le da un
significado compartido a la interacción. Implica ser consciente de estar en el
mundo y expresar lo que la persona es, dentro de un contexto cultural. Requiere
conocerse y desarrollarse a sí mismo en libertad para crearse a sí mismo y
tomar decisiones con autonomía. El ser se percibe como un sistema abierto que pertenece
a un sistema social. No se utiliza para justificar la práctica ni al hablar de
su credibilidad en términos de conocimiento empírico. El conocimiento personal
no emana de libros, revistas científicas, conferencias o discusiones
académicas. Se refiere a comprender, a darse cuenta (Benner, 1987).
No
usa el lenguaje discursivo, es conducta, sentimientos. Puede ser tan válido
como el conocimiento científico como sugiere Edwards (2002), este patrón
requiere conocimiento obtenido a través de la experiencia y la intuición.
Landeros
(2002) cuenta acerca de su propio impacto emocional ante una situación de
urgencia con alumnas y colegas donde el aprendizaje (el conocimiento personal)
es la “aceptación de lo que es, no de lo que debería ser”. Sostiene que cuando
se ejerce la profesión, se adquieren experiencias que se van transformando en
un conocimiento aprendido. Este proceso de aprendizaje profesional refleja
ciertos patrones de conocimiento que han sido estudiados por epistemólogas de
Enfermería.
El
patrón de conocimiento personal, valoriza la experiencia humana, la conciencia
de sí mismo, y la apertura a la realización. Junto al patrón de conocimiento
estético fluye a través de la conducta (Chinn y Jacobs-Kramer, 2000) pero
siempre se es desde uno mismo en función de volcar el aprendizaje experiencial
en otros: alumnos o pacientes.
Savina
O. Schoenhofer, desde una mirada del paradigma de la transformación asegura
“el conocimiento personal es una
expresión de enfermería sobre el cuidado, incluye la experiencia directa, la
presencia, el entrar al mundo propio o de otro con la intención de cuidar, una multitud de datos de percepción
relacionados con el deseo de ser conocido como persona. Estas experiencias generalmente
no se reconocen o son ignorados”.
Seguel
Vásquez (2013) ha desarrollado un taller para personal de salud que lleva al
conocimiento personal. Toma como ejes temáticos cuatro componentes: Autoconcepto,
autoestima, “darse cuenta” y autocuidado. Basado en dicho taller, se analizan algunos
conceptos centrales que enriquecen la idea de la importancia de considerar a la
enfermera una persona con requerimiento de
apoyo educativo para el conocimiento personal y el auto-cuidado:
Ø Autoconcepto: Es el conocimiento de un
individuo sobre sí mismo. Es subjetivo, consiste en percepciones conscientes e
inconscientes y actitudes. Es un marco
de referencia para afrontar situaciones y relacionarse con otros. Se construye
desde la niñez mediante experiencias vividas. Es la representación psíquica de
un individuo, el “yo” alrededor del cual se organizan las percepciones y
experiencias. (Potter, 2002, cap.26)
Ø Autoestima: Es el resultado de una
autoevaluación de sí en el mundo interno, externo y en las fantasías de cada
individuo. Es uno de los componentes del autoconcepto junto con la identidad,
la imagen corporal y el rol. Es, además, una sensación individual de propio
valor basada en factores internos y externos. Podría decirse que muestra la
relación entre el ideal de sí y el concepto desarrollado de sí con otros,
cuanto más se acercan entre sí mayor será
la autoestima. (Potter, 2002, cap.26)
Ø
“Darse cuenta”: John Stevens (1996) explica
que es una forma de percepción que nos permite profundizar en el conocimiento
de nosotros mismos y de los demás. Siempre en el presente (Stevens-Ireki, 1996).
Es la toma de conciencia del estado
actual de sí mismo que permite vivenciar los eventos externos e internos que
favorecen un cambio, tiene como fin ajustarse a sí mismo, no a la sociedad,
promoviendo el conocimiento personal. Existen tres formas de darse cuenta: Exterior,
Interior y Fantasía (Cuadro 2).
El darse cuenta de la fantasía (imaginación), a diferencia de los mundos exterior e
interior que se ubican en el presente y en la realidad experimentada por el
propio individuo, se ubica más allá de lo que ocurre en el presente: todo el
explicar, imaginar, adivinar, pensar, planificar, recordar el pasado, anticipar
el futuro. Sin embargo dentro de esta fantasía hay una realidad encubierta. Se
puede descubrir más de esta realidad si se concentra en esa fantasía y al mismo
tiempo se toma conciencia de las sensaciones físicas, percepciones y otras
actividades mientras se hace esto. La idea del pasado es útil algunas veces,
pero al mismo tiempo es una idea, una fantasía que se tiene en el ahora. Tanto
la propia idea del futuro como la propia concepción del pasado se basan en la
propia comprensión del presente. El pasado y el futuro son conjeturas propias
acerca de lo que precedió al momento presente y lo que se presagia que seguirá.
Y todo este adivinar ocurre ahora.
Experimentar y Ejercitar el darse cuenta (Ver cuadro 1) permite tener otra
experiencia de cómo las propias fantasías mantienen alejado al individuo para
expresarse y también se dará más cuenta de cómo son esas fantasías. Si se puede
llegar a dar cuenta realmente de estas fantasías, puede explorar qué es lo que
expresan acerca de sí y luego comprobarlo. Y realmente puede llegar a darse
cuenta de qué es aquello que lo retiene, entonces tiene la oportunidad de
revertir el proceso y de descubrir cuán bien puede funcionar sin interferencia.
La
meta de estos ejercicios es mostrar cómo se puede aumentar el contacto con la realidad
exterior e interior y así disminuir la ocupación con la actividad fantasiosa, que
impide contactar con la propia experiencia presente. La fantasía puede ser útil
pero sólo si se dedica a ella completamente, dándose cuenta e integrando la
fantasía con el vivenciar la realidad en el presente.
Conocimiento
personal, Autoconcepto y Autocuidado
Los
autores consultados concuerdan en que el autoconcepto y las percepciones de una
persona sobre su salud están íntimamente ligados (Potter, 2002, p.554).
Ubicar el darse cuenta (Ver Cuadro 1) cuando se
requieren cambios y se presentan tensiones entre una parte que quiere cambiar y
una parte que se resiste al cambio, de este modo el precio es conflicto,
confusión e incertidumbre. Por lo general, mientras más se trata de cambiar,
peor se torna la propia situación. Para Stevens (1996) es muchísimo más útil
sencillamente tomar más conciencia –dándose cuenta de cómo está ahora uno
mismo. Para ubicar los tipos de
“darse cuenta” y su influencia en el estado de salud actual Stevens (1996) y Seguel Vásquez E. (2013) y Schnake (1995) sugieren
ejercicios que favorecen el darse cuenta, la clarificación de valores, la narrativa de
experiencias personales. Aunque Potter (2002,
Pp. 564-576) sugiere el Proceso de Atención de Enfermería (PAE) para ayudar a
otros también podría ser aplicado a sí mismo por la enfermera:
·
Ejercicios del mundo interior: prestar atención a lo que expresan los sentidos fisiológicos externos
(vista, olfato, gusto, etc.) y los internos (calor, dolor, hormigueos, mareos, músculos,
huesos, movimiento, etc.) con
focalización y a los sentimientos, actitudes, estados de ánimos, etc. Schnake
(1995) une cuerpo y mente de forma
gestáltica y fenomenológica. Propone una modalidad de trabajo a partir del diálogo directo con el cuerpo para que
éste se transparente y comience a develar el porqué de las rabias, el para qué
de las culpas, etc. Es una forma de obtener información relevante sobre sí
mismos. Los ejercicios descubren información emocional importante. Al partir del
cuerpo, el paciente logra acceder a experiencias emocionales que no había
logrado “nombrar”, y de la misma forma logra reconstruir un discurso sobre sí
mismo incorporando experiencias desreguladoras tanto en el plano afectivo como
orgánico y de la salud. Autoexploración y autoobservación buscando el sentido.
Parte de una invitación a mirar el propio cuerpo, para pronto pasar a
vivenciarlo “en primera persona” y dejar de observarlo desde lejos.
Autoconocerse desde la imagen corporal percibida y la que percibimos desde las
conductas de otros influye en la autoestima.
·
Ejercicios
del mundo exterior: Proceso de Clarificación de los propios valores (Raths, 1979) tomar conciencia
de los propios valores y para articular mejor el propio punto de vista, como se
ve el mundo, como se interpreta la información confusa y conflictiva. El cambio
de valores implica cambios de actitudes y conductas.
Es
un proceso de autodescubrimiento que ayuda a tomar decisiones y conocerse a sí
mismos. Incluye tres etapas
o
Reflexionar
sobre las propias creencias y conductas: Escoger libremente
entre alternativas teniendo en cuenta las consecuencias de cada elección.
o
Asumir
la propia elección: Apreciar y afirmar públicamente la
elección.
o
Actuar según las propias creencias
siempre.
·
La narrativa: es reveladora y epifánica en la medida que descubre la diversidad de
caminos por los que transcurren la vida de las personas y la riqueza de
significados que se generan para comprenderse a sí mismo y comprender el mundo
que les rodea. La investigación biográfico-narrativa ofrece el marco metodológico para adentrarse, a
través del relato, en las cuestiones subjetivas y los asuntos vitales que determinan
la existencia de la persona, en el rico universo de significados (sentimientos, deseos, motivaciones o
propósitos), que no pueden ser expresados por medio de definiciones, enunciados
factuales y proposiciones abstractas, propias del razonamiento lógico-formal
(Sabariego, Masot, Dorio, 2004).
·
PAE aplicado a sí mismo. No es frecuente que
académicamente se trabajen temas en primera persona. Algunas incursiones en
este sentido[iv]
han permitido advertir que es más difícil de olvidar lo que se aprende desde sí
mismo pues está todo el ser comprometido en el aprendizaje no solo el área
cognitiva. Los alumnos muestran incertidumbre al principio del ejercicio pero a
medida que avanza en el proceso de valoración de sí desaparecen la sensación de
extrañamiento y comienzan conductas de creatividad y satisfacción con la tarea.
Se da por
sentado que los individuos que constituyen el colectivo de enfermería van a
aplicar en sí todo lo que aprenden respecto al cuidado de otros pero esto no es
así. No se enseña primero a cuidar de sí mismo, tampoco que la propia enfermera
es la primera persona a cuidar. Es esperanzador pensar que los nuevos
currículos se planteen desde esta perspectiva para disminuir los problemas de
salud que se desprenden de los factores de riesgo sociopolíticos mencionados
anteriormente. Tomando el conocimiento personal con el darse cuenta y los
ejercicios (narrativa, clarificación de valores, prestar atención a lo que
expresan los sentidos externos e internos y Proceso de Atención de Enfermería aplicado
a sí mismo). Estos ejercicios se podrían incluir como trabajos prácticos para
aprender a detectar las percepciones, sentimientos, actitudes de sí antes que
se sicosomaticen y produzcan efectos patológicos y que repercuta en el cuidado
del otro.
Conclusión
Volviendo a las cuestiones planteadas al principio
se considera aquí que para llegar a ser enfermera experta en términos de
Patricia Benner (1984) se deben hacer modificaciones a los planes de estudio
(Rauner F., 2007) y a la educación continua, pensando en el conocimiento
personal como principio, estado de lego o principiante, que lleve al
conocimiento práctico con dominio reflexivo del experto que plantea la autora.
Desde el punto de vista heiddeggeriano la enfermera
es una persona que ejerce la enfermería, y como persona puede –y debe-
saber interpretarse a sí misma y moldearse a través de su experiencia personal
y social.
La conciencia de sí influye en la
autoestima: si se conoce se estima, si se cuida se quiere, más se quiere más se
cuida, más se cuida a sí mismo y a otros, mejor se siente.
Los sujetos que
ejercen la enfermería deberían darse cuenta que es ineludible tener como
pacientes/sujetos de estudio y maestro a
sí mismos. La enfermera debe conocer/educar/ cuidarse a sí misma con ayuda de
otras de mayor experiencia y con
ejercicios para darse cuenta de situaciones por las que va atravesando en su
camino a la experticia.
Notas
[i] Condiciones de vida y trabajo. La Organización Mundial de la Salud
(OMS) sostiene que todos los trabajadores deben poder disfrutar del más alto
nivel posible de salud física y mental y de condiciones de trabajo acordes. A
través del relevamiento de las principales bases bibliográficas de América del
Sur y el Caribe, el investigador chileno Parra Garrido concluye que son escasos
los informes de investigación que aborden la salud de las trabajadoras con una
óptica de género, y que muchos de ellos especialmente los realizados en
colaboración con movimientos sindicales o feministas tampoco se publican, lo
que hace muy difícil la realización de estudios sistemáticos. (Horrac, B.,2009, Pp.4 y 5)
[ii] Recomendaciones de Comisión Interministerial. Este documento
presenta el perfil profesional de la/el Enfermera/o –figura de la amplia
familia profesional de la salud y las bases para la organización curricular de
la tecnicatura superior respectiva. Esta/e profesional desarrolla su actividad
tanto en la comunidad como dentro de los servicios de salud. Se encuadra en los lineamientos establecidos
federalmente para la
Educación Superior No Universitaria. Tiene como
requisito previo haber aprobado la Educación
Polimodal o poseer un certificado de la escolaridad
media o secundaria.
[iii] Patrones de conocimiento enfermero. Carper (1978) quien estudiando
la producción científica publicada en revistas de Enfermería de los 70,
reconoció cuatro patrones de conocimiento reflejados en estos escritos y
caracterizó cada uno de ellos en dimensiones y características, definió que el
cuerpo de conocimientos que da soporte a enfermería se manifiesta por patrones,
o sea por medio de formas características de expresión externa e interna que dejan ver la manera como se
piensa sobre un fenómeno. Los patrones no aumentan el conocimiento, más bien
ponen su atención en el significado de conocer y sobre las clases de
conocimiento
que son de mayor ayuda para la disciplina de
enfermería.
[iv] PAE aplicado a sí mismo. Autoexamen
físico; Autoentrevista; simulación de pérdida de motricidad, amputación,
ceguera, sordera, obesidad, etc.; Pedido de consentimiento informado, análisis
FODA para crear una unidad de enfermería son algunos de los trabajos prácticos significativos
puestos en práctica para activar la autovaloración y autoconcepción en el
primer y segundo año de la Carrera Licenciatura en Enfermería de la Universidad
Nacional de San Luis.
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